Sé cantar canciones en un idioma que no entiendo,
sé decir te quiero en una lengua que no siento.
El verbo que me ha sido dado no me puede atrapar
¿qué sabe este diccionario de mi pueblo, mi historia o mi identidad?
¿Es el negro un infeliz, un infausto, un desventurado?
¿Borrar el racismo del lenguaje es un trabajo de chinos?
Pero es que son expresiones de toda la vida
Es que hemos dicho esto toda la vida
Es que esto lo ha escrito Pérez Reverte toda la vida
Es que están acabando con los negocios de toda la vida
Pues la palabra ha sido un privilegio toda la vida
y toda la vida el sujeto subalterno no ha podido hablar
y toda la vida hemos tenido mala caligrafía
y toda la vida hemos tenido ideas impías
y toda la vida hemos bebido agua no potable
y toda la vida nos hemos peinado de manera muy afable
y toda la vida hemos tragado, pero no digerido
y ahora quiero toda una vida para entrenar la inocencia,
para contraerme y expandirme a conciencia,
una vida recuperada
de la ceguera parcial,
de la ambivalencia de entender pero no saber explicar,
de la condena de inventar un hogar que es solo superstición,
con límites flexibles,
fantasías maleables,
tenues destellos de libros rayados,
prólogos reescritos,
páginas arrancadas,
vocales intercambiadas,
pronombres con la e,
porque ni dios
ni patria
ni marido
ni RAE.
Tinta roja para guionizar el desarraigo
de esta conciencia aletargada
que el día que despierte
besará las costras incendiadas de toda la diáspora,
y mi restaurante con menú a 7,50
y que lleva abierto desde 1980
sí que es un negocio de toda la vida
II Premio Nacional de Poesía Viva ‘L de Lírica’ 2020 Paloma Chen
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